lunes, 10 de noviembre de 2008

Sobre Oliver Martín

Mi contacto con la fotografía ha sido… casi un elemento de carácter, heredado por parte de mi padre. Él era uno de aquellos “fotógrafos domésticos compulsivos” de los setenta y ochenta, que hacían de la fotografía, un elemento cotidiano y familiar. Esto se alejaba de los conceptos del exigente aficionado paisajista, o del fotoperiodista de aquellos peculiares días de transición.



Mi padre me enseñaba aquellas fotos que había hecho, de un momento cualquiera, con nuestro perro en la terraza de casa, o en un día de campo, y yo contemplaba aquello como si fuese un truco de magia o un milagro inexplicable. Poco a poco crecían mis ansias por sentir el “poder” de robarle eternamente un instante al tiempo… Sin embargo los carretes y el revelado de la época eran casi un lujo caprichoso, por lo que muy pocas veces era yo el osado “capturador de momentos” que disparaba aquella Kodak Pocket Instamatic. Era casi una joya familiar, que yo blandía entre mis manos, bajo la vigilante mirada de “papa”. Quizás ha sido esa la razón por la cual, de niño, me gustaba tanto la fotografía, como podía gustarle cualquier otro niño el chocolate: sabía que estaba en casa, pero no era para tomarlo todos los días.

Mi historia fotográfica despega definitivamente, cuando al cumplir 7 años, detrás del humo de las velas, descubría una “impresionante” AGFA Agfamatic 1008 de carrete de 27mm. Más tarde, con doce años, llegó una 35mm. “made in Japan” de no se que marca. Sin tomar conciencia de ello, se iba consolidando una afición muy personal. Aunque a día de hoy, sigue siendo solo (o tanto) como eso, una afición personal.

Oliver Martín





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  © Galería fotográfica de Oliver Martín. (2008)

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